martes, 16 de noviembre de 2010

Alex

Pese a tratarse de la primera noche de estancia de ALex y sentirse sumamente extenuada por todo el ajetreo que conlleva el primer día; no resultó una agradable noche para ella. La pasó en un duermevela, sudando por la humedad de aquel clima tropical que se pegaba al cuerpo y se fusionaba con unos cosquilleos estomacáles que más recordaban a su época de adolescente y que aparecieron debido a la tensión acumulada que había traido consigo desde España.
Los ratos en los que logró descansar; no fueron tampoco demasiado satisfactorios debido a un sueño  que se repetiría durante distintas ocasiones a lo largo de la noche y que siempre traía consigo la misma imagen : la de un hombre de espaldas a ella contemplando una manida arboleda que ardía para regocijo suyo, entretanto que se sucedían gritos de fondo que al despertar después interpretó que provenían de cooperantes como ella.
Pese a que aún la noche se encontraba en el crepúsculo decidió levantarse de la cama y, aún con dolor de cabeza, se dispuso a evadirse un rato de un dormitorio que se presumía tan pequeño como acogedor.

Después de degustar para el desayuno un atol de crema de maíz en el comedor impuesto para los cooperantes, se formaron varios grupos dispuestos por el monitor de turno. En el de Alex había 6 personas, entre las que destacaba un americano grandullón de mediana edad que presumía de haber realizado misiones por medio mundo. Se presentó como Michael y practicamente desde el primer abrir de boca se divisaron en él unas dotes de liderazgo propias de un alto mando militar cuyo propósito no era otro que destacar por encima de los demás.
Los 6 cooperantes se adentraron en un precario autobus que, según el planning que días antes llegó a las manos de Alex, les llevaría desde Monte Castelo hasta Sobrinho, barrios céntricos ambos de el municipio de Campo Grande y distanciados aproximandamente en unos 20 KM, lo que daría tiempo a Alex para entablar conversación con su compañera de asiento; que se hacía llamar Silvia. Ésta le contó que venía de Granada y que era la primera vez que se disponía a hacer de cooperante, quizás atraída por una necesidad de ayudar al prójimo y desquitarse de los duros años pasados en una oscura fábrica de lácteos para la que había ejercido varios años sus servicios. Congeniaron ambas pronto, entretanto comentaban los bellos paisajes de sabana arbórea que vislumbraban desde la sucia ventanilla de aquel modesto autobús por el que los años no parecían pasar en valde.
Pronto estacionaron en Sobrinho, y los nervios de la noche pasada hicieron de nuevo mella en Alex. Hasta ahora no se había visto envuelta en una experiencia de tal calibre, ni tan siquiera había pasado más de dos semanas fuera de su casa y por un momento se le pasó por la cabeza que tal vez esto le venía grande, pero en seguida recobró fuerzas y se dijo a si misma que podría con todo, que debía ser valiente.
Una vez bajaron del autobús; el monitor les llamó a orden para comentarles cual sería su función en aquel soleado día brasileño. Debían seguirle ordenadamente por un camino empedrado que más tenía de incómodo y estrecho que de largo, hasta llegar a un pequeño poblado cercano a un pequeño riachuelo donde convivía una pequeña comunidad nativa que según aquel monitor de aspecto caribeño; necesitaba de ayuda externa desesperadamente.
A Alex se le hizo el camino algo tedioso. No le agradaba aquella pegajosa humedad a la que no estaba acostumbrada, ni a caminar por unos senderos donde debía poner precaución a cada paso que daba. Al cuarto suspiro habían llegado a su destino.
Alex se quedó tan anonadada al contemplar aquella atmósfera tropical y llena de colorido, que por un momento dejó olvidados sus negativos pensamientos. Aquel lugar se resumía en una inmensa zona arbórea riquísima en vegetación y especies que impedía ver el horizonte, pero que intuía vida detrás gracias a un sonido incesante de agua fluyendo entre las rocas de aquel río que hasta el momento solo se percibía mediante la imaginación y el oído. Alex se sintió en ese momento parte de la naturaleza, se sintió agusto.
Pronto sus reflexiones se diluyeron cuando por fin avistaron el poblado donde debían colaborar. Sin duda, era modesto y alejado de la civilización. Parecía que por allí la evolución no había pasado desde hace siglos. La mayoría de casas, compuestas por ramas de árbol y frágiles a la vista se disponían entre medias de aquella hermosa e implacable vegetación y, los nativos, posaban todos ellos concentrados en un corro que, según el monitor; se traducía en un ritual de agradecimiento a los recién llegados. Alex sonrió.
Pero esa sonrisa de bienestar desaparecería cuando el lider del grupo se acercó a ellos y con gesto de preocupación les solicitó ayuda en un lenguaje que sonaba olvidado y que solo el monitor conocía. Alex se preguntó de donde procederían tantos rostros de tristeza y preocupación, no dejaba de observar a aquella gente que hasta el momento no eran más que extraños que parecían sacados de otro planeta distinto y lejano al de Alex. No tardaría demasiado en averiguarlo.

2 comentarios:

dyvelma dijo...

Bienn!! me ha gustado mucho, ha merecido la pena la espera :D

luis dijo...

Me alegro que te gustara, a ver si no lo dejamos abandonado ahora xd.